Según recordaba “Naco” Sales, el historiador fallecido hace
tres años, el primer periodista de la zona fue “Tinterillo”, (Pedro Mora, suegro de Crespo), un imprentero que
a principios del siglo 20 dedicaba horas para escribir las noticias de los
bandoleros que asolaban las poblaciones cordilleranas y las novedades de los
colonos chilenos y comerciantes “turcos” asentados en el “Valle Nuevo”, como se
denominaba antaño al sector comprendido desde El Bolsón hasta Lago Puelo, El
Hoyo y Las Golondrinas, que no sobrepasaba los cien habitantes.
Lógicamente, las ediciones de su periódico se limitaban a unos panfletos que se distribuían principalmente en los almacenes de ramos generales donde eran leídos por los parroquianos en largas horas de mostrador y condimentaban las opiniones, transferidas luego a la familia. La cosecha del trigo y la producción de harina en los molinos locales, o la venta de una yunta de bueyes eran los temas corrientes.
Sin embargo, y a través de corresponsales espontáneos (que
generalmente fueron los primeros maestros cordilleranos), los principales
diarios de Buenos Aires (La Nación, La Prensa) reflejaban la inseguridad que
predominaba hacia 1910 en esta zona de frontera: “Ñorquinco, 18 de febrero de
1911. Es verdaderamente incomprensible que el gobernador de Río Negro, a pesar
de haber llamado su atención durante tres años consecutivos, no haya
establecido un destacamento en el paso del río Manso. La policía fronteriza del
Chubut tiene que habérselas diariamente con los cuatreros; pero la mayoría de
ellos pasan impunemente a Chile por el camino a Cochamó. Personas venidas de
ese punto dicen que este verano han pasado más de 200 caballos robados. Se sabe
que en El Foyel y Río Manso hay personas que se dedican al tráfico de animales
robados y en el destacamento de Ensenada (Chile) se detuvo por sospechas a un
individuo que llevaba una tropilla. Portaba una guía con sello del Juzgado de
Bariloche, pero el jefe notó que tenía muchas fallas de ortografía”, precisa
una de las cronistas, transmitida por medio de un telegrama a la redacción
ubicada a casi 2 mil kilómetros de distancia.
En el tiempo
Hubo que esperar hasta finales de la década de 1960 para que
El Bolsón vuelva a contar con un periódico impreso: el diario “Hora Sur” creado
por el profesor Ricardo Ventura, que ya plasmaba la diversidad cultural de una
comarca que comenzaba un proceso de transformación con la llegaba de los
“hippies”, con sus artistas y artesanos; la industrialización a escala de la
madera y el turismo incipiente que descubría el potencial paisajístico de la
región. Con el apoyo incondicional de Carlos Gastaldi en la imprenta, el diario
marcó la agenda de un poblado de apenas 3 mil habitantes hasta que su creador
se mudó a Viedma.
En 1979 nació “El Bolsonés”, un semanario gestado por Jorge
Cilley (un rugbier recién mudado a la ciudad), quién fue acompañado en los
comienzos del emprendimiento por Néstor Capano y “El Chino” Moriñigo. Difundió
fundamentalmente todo el quehacer comunitario, con mucho contenido
institucional y luego con opinión política por el advenimiento democrático de
1983. Estuvo vigente hasta el fallecimiento de Cilley, ocurrido una tarde en el
gimnasio municipal mientras disputaba un partido de fútbol de salón.
Otro diario de singular importancia en la zona andina fue
“Piltriquitrón”, creado en 1992 por Marcelo Muscillo (actual juez multifueros),
que mantuvo su vigencia por más de una década y con un claro perfil de defensa
del ambiente y los recursos naturales.
También hay que destacar a la revista “Auquín”, fundada en
1980 por el periodista Alfredo Falabella (además corresponsal durante varios
años del diario “Río Negro”), quien por aquella época reflejó el nacimiento de
la Feria Regional Artesanal y el intenso movimiento cultural que daba identidad
a El Bolsón.
Matamala
De igual modo, entre los periodistas que marcaron la
profesión en la cordillera hay que mencionar a Juan Domingo Matamala, fallecido
a los 57 años y a quien en el Concejo Deliberante se definió como “un hombre que ayudó a reconstruir y mantener
viva la memoria de nuestros primeros pobladores”.
Durante décadas, fue “la voz del amanecer” para los oyentes
de LRA57, Radio Nacional El Bolsón; mientras que también fue profesor de varias
generaciones de estudiantes de nivel medio. Para todos, era simplemente
“Chapingo”.
Como escritor, en 1986, obtuvo el premio “Isidro
Quiroga” en la categoría cuento, con su obra “Simón Ñanco”. A partir
de ese año, comenzó en El Bolsón su labor radial de rescate de la memoria
histórica local. Como fruto de esos trabajos rescató más de 300 cintas
magnetofónicas con testimonios de viejos pobladores con las que armó parte de
la historia regional.
En 1989, publicó su libro "El Bolsón,
Historias y Topónimos" cuya edición artesanal se agotó a los pocos
días. Ese mismo año nació "El Bolsón como yo lo
conocí", merced a los recuerdos aportados por Antolín Díaz González,
intendente peronista y viejo poblador de la localidad.
A partir de allí escribió: "El Bolsón, como lo conocieron", obra que rescata la memoria de los pioneros con sus ricos anecdotarios y experiencias; "Historia del periodismo en El Bolsón"; "Historia del lúpulo en El Bolsón"; "Los hippies en El Bolsón"; "Mitos y leyendas de El Bolsón" y "La república de El Bolsón".
A partir de allí escribió: "El Bolsón, como lo conocieron", obra que rescata la memoria de los pioneros con sus ricos anecdotarios y experiencias; "Historia del periodismo en El Bolsón"; "Historia del lúpulo en El Bolsón"; "Los hippies en El Bolsón"; "Mitos y leyendas de El Bolsón" y "La república de El Bolsón".
Asimismo, para la televisión realizó un importante trabajo
de rescate histórico consistente en veinte videos que contienen la totalidad de
los aspectos de la historia local.
Previo a su deceso, estaba dedicado al rescate de la
historia de “La virgen del Nahuel Huapi”, cuya imagen descubrió en una iglesia
de la Isla de Chiloé (al parecer trasladada por los misioneros durante el
1700), con la idea de entronizarla sobre el paso El Manso. (Por Fernando Bonansea).
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