martes, 27 de octubre de 2020

Bolsón Blues Band, el nacimiento del rock and roll en la Comarca Andina

La música del mundo produjo en los ‘70 una revolución pop en la que The Beatles se sentían los abanderados privilegiados. Como en todo comienzo, debieron enfrentar actitudes públicas de rechazo, algunas de ellas conflictivas con sectores sociales que veían en estos extraños seres de pelo largo, barba e “ideas raras” a potenciales enemigos de las “buenas costumbres” practicadas por años.


Hacia finales de la década de 1960, el rock ya era una industria y un negocio en los países más desarrollados. Las estrellas vivían en un mundo aparte bajo la máxima de “sexo, drogas y rock’n´roll”. El modelo a seguir era The Rolling Stones, cuyos componentes convirtieron en mito su azaroso y escandaloso estilo de vida.

En el subdesarrollo argentino, la cultura musical caminó con estandartes como Litto Nebbia, quien en 1967 decidió formar el grupo Los Gatos. De su primer disco, que incluía el tema “La balsa”, se vendieron más de 200 mil copias y se convirtió en un hit en Chile, Uruguay, Paraguay, Perú, Bolivia, Venezuela y otros países latinoamericanos.

La Comarca Andina también tuvo lo suyo. Incluso años antes que músicos como los hermanos Cantilo y toda la vanguardia nacional incursionara por estos lares, ya sonaban conjuntos que entremezclaban algo de rock en los habituales bailables de orquestas típicas y tropicales.

Abid “Tito” Eldauk fue protagonista directo de la epopeya: “Cuando era pibe escuchaba mucha radio, a falta de otras alternativas. De noche sobre todo invadían las emisoras chilenas. Lo progresivo en esa época eran Los Iracundos y Los Gatos, pero un día sintonizando el dial escucho una melodía distinta, era un tema de los Beatles que me quedó pegado. A partir de ese momento supe que lo mío era el rock. Como mis amigos también escuchaban Minería o Portales (radios líderes chilenas), al otro día era el comentario y ya comenzábamos a comulgar el mismo idioma”, confesó.


Sus vecinos de Mallín Ahogado conservan de él aquella imagen de baterista con pelo largo y anteojos oscuros: “Mis comienzos tocando en los grupos se dan cuando conozco a Mike Cooke (recién llegado desde Inglaterra). Dudy Guasco tuvo antes un conjunto y le habían quedado los equipos (batería, guitarra, bajo), él tocaba el órgano. Me propuso que si conseguía un guitarrista podíamos armar algo. Recuerdo que Mike no entendía nada de castellano. Cuando lo fui a buscar estaba trabajando. Le comenté de qué se trataba, bajó un día para ponernos de acuerdo, hicimos un ensayo y salió una mezcla entre el rock and roll que él conocía y tocaba en Inglaterra y el nuestro. Se fue armando algo adecuado a los tres, buscábamos un estilo distinto. Salió un grupo que bautizamos ‘Cuero caliente’.  Nos presentamos en un boliche que se llamaba Bled, que estaba frente a la plaza España y que después se quemó”, reflejó.

Por aquellas época “escuchábamos a Los Beatles, Rolling Stones, Eric Clapton, Bob Dylan, Creedence, nuestro estilo de música venía por ahí. Tratábamos de matizar esta música con algo tropical para los bailes, nos pasó más de una vez que nos reclamaron algo más tropical. Ésta fue nuestra primera incursión en la música en la zona”, graficó.

Acerca de la llegada de los primeros hippies, recordó que “aparecieron con una forma distinta de vestirse, pelo largo, cosa que acá era todo nuevo. Esa gente vino mayormente de Buenos Aires, y ellos abrieron las puertas a todas las personas que están ahora”.


- ¿Cuándo nace Bolsón Blues Band?

- Este grupo nació en el año ‘74, con Yango en el bajo, Mike Cooke en voz y guitarra y yo en batería. La primera presentación considerable fue en el salón grande del hotel Piltriquitron, la recuerdo muy bien. Antes fuimos a El Maitén, con la incógnita de cómo iba a reaccionar el público. Fue una experiencia linda, la gente se dio cuenta de que eso era lo que tocábamos y bailaron toda la noche, cuando se iban nos agradecían.

A raíz de haber estado tocando acá, fuimos en julio del mismo año a Bariloche a participar de un recital organizado en la biblioteca Sarmiento. Ya era una época pesada, descargamos los instrumentos de noche, bajo una tremenda nevada y con toda la policía mirándonos la facha. A pesar de que hubo mucho ruido no nos pasó nada. Para nosotros fue una gran experiencia ya que hasta entonces sólo tocábamos en bailes, no daba para un concierto.

- ¿Y cómo surge la idea de bautizar la banda?

- Nace en el ‘75 de un viaje que realizamos con Mike Cooke a Bahía Blanca, para comprar instrumentos. Imagínate, nosotros con pelo largo, anteojos... En el camino nos paró la caminera y nos revisaron todo el auto. En la luneta, Mike llevaba una filmadora que había traído de Inglaterra y que acá no le conseguía pilas. En un momento le piden que saque el estuche. Lo puso arriba del baúl, lo abrió y cuando agarra la filmadora manual que parecía una pistola, un policía le puso una Itaka en la cabeza. Nos quedamos fríos. Mike levantó las manos, dijo que era una filmadora y zafamos. Calculo que si era en el golpe podíamos haber encabezado la lista de desaparecidos.

A raíz de esto, cada vez que parábamos, Mike se compraba un diario y se ponía a leer cada vez que veía un policía, se ponía muy mal. Veníamos por los campos entre Patagones y Viedma, escuchando música en el estéreo del auto y le digo: “Mike, ¿te gusta Bolsón Blues Band?”. “Dale”, me dijo, y ahí quedó. Como ya existía la triple A, nosotros hicimos la triple B. (Fuente: “73/83, la década que cambió la historia”).

Con “truchas muy activas”, Cholila está listo para abrir la temporada de pesca deportiva

 

A pocos días comenzar la temporada de pesca deportiva, Diego Boudargham (30) prepara su equipo ante la novedad de que las truchas “ya están muy activas”, aún cuando los ríos de Cholila “todavía vienen muy limosos” a consecuencia de la nieve acumulada en las altas cumbres luego de un invierno muy duro.

A su criterio, “la mejor época para tentar suerte es durante todo el mes de noviembre”. En coincidencia, con los días de calor empieza la eclosión de los insectos que “motiva a los peces a subir a la superficie. En tanto, con el frío permanecen en las profundidades y obliga a utilizar streamers o algunas ninfas especiales”, detalla.

Enseguida puntualiza que su pesquero favorito “es el lago Cholila, en la boca donde nace el río Carrileufu y hay abundancia del salmón encerrado, además de arcoiris, marrones y fontinalis. Es uno de los lugares mejor cuidado y es normal que sean mañosas para el pique, porque habitualmente son pescadas y devueltas, pero siempre están. Incluso, para aquel que no pesca, es un verdadero deleite pararse en las bardas del río para observarlas. También es lindo mirarlas en la época del desove, ya que se ven las más grandes”.

 “En realidad –se entusiasma-, todo el curso hídrico, hasta su desembocadura en el lago Rivadavia, es espectacular para hacer flotadas. Cholila es un destino pesquero mundial y a lo largo de toda la cuenca me he encontrado con visitantes estadounidenses, japoneses, europeos y chilenos. En nuestra localidad encuentran lodges exclusivos y los mejores guías, que aseguran una buena jornada de pesca y por su conocimiento del terreno permiten llegar a lugares únicos, rodeados de una vegetación exuberante”, grafica.

Agrega enseguida “al delta del río Tigre, en su salida al lago Cholila, aunque es difícil llegar por la distancia y porque se trata de un camino exclusivo para vehículos 4x4. Es preferible hacerlo embarcado. Va muy poca gente y el paisaje es espectacular. Se pescan salmones, arcoiris y marrones de muy buen tamaño, es altamente recomendable”.


Acerca del tamaño de las piezas, Boudargham cuenta su propia experiencia: “En la cabecera del lago Mosquito, a pocos metros del casco urbano, obtuve una marrón de 4.5 kilos, aunque allí mismo han sacado truchas de hasta 6 kilos. Es una sensación muy especial porque es un pez que parece salir de la nada, entre las algas, toma la mosca y salta. Pelea mucho, son momentos realmente únicos que quedan grabados para siempre”.

Su criterio deportivo lo lleva a restituir las capturas, aunque cada tanto “sacrificamos algunas del tamaño plato, para degustar entre amigos. Es lo que recomienda el reglamento, ya que es importante devolver las más grandes porque son las reproductoras principales, aquellas que mejor cuidan los nidos y aseguran el recurso a futuro”, puntualiza.


En referencia al collar lacustre que caracteriza a la localidad, con los lagos Cholila, Lezana, Mosquito y Rivadavia, varias lagunas, ríos y arroyos, Diego Boudargham asegura que “una temporada no alcanza para recorrer todos los ambientes de pesca. En mi caso, aprovecho los fines de semana y siempre queda pendiente algún otro pesquero”.

Sobre el lago Mosquito, recordó que “es un espejo donde la pesca deportiva está abierta durante todo el año, con abundancia de percas y pejerreyes patagónicos (especies nativas), que también hay en el lago Lezana. Es muy divertido capturarlos con ninfas o moscas secas. No son de gran tamaño (en promedio 20 cms), pero hay mucha cantidad, en un rato te haces una fiesta”, asegura.


Expectativas

Acerca de las expectativas por recibir a pescadores extranjeros, Boudargham lamentó “las condiciones propias de la pandemia, porque buena parte de la población depende de los ingresos que dejan los turistas. En mi caso, trabajo en un almacén que está justo sobre la ruta hacia el Parque Nacional Los Alerces, y se nota la recesión. Lo mismo ocurre con los guías, las cabañas y todos los servicios disponibles para los visitantes”. Sumó a “los ganaderos que producen la mejor carne del mundo y que se ofrece en nuestros restaurantes; lo mismo aquellos que tienen una quinta y tienen la oportunidad de vender su verdura”, enumeró.


Sin embargo, ante la posibilidad de una apertura del turismo por comarcas en el corto plazo, recomendó que “vengan a Cholila porque es un lugar único, con la seguridad de una buena pesca; además de todas las excursiones de trekking o cabalgatas, junto a la calidez de su gente. Los estamos esperando y solamente pedimos la conciencia de cuidar el entorno natural, no hacer fuego en sitios prohibidos, no matar tantas truchas y llevarse la basura. De esta manera, podrán volver todos los años”, concluyó. (Por Fernando Bonansea).


 

miércoles, 14 de octubre de 2020

Asensio Brunel, el matrero patagónico que solo comía lenguas de yegua

 Asensio Brunel fue un legendario cuatrero uruguayo que asoló la Patagonia durante los primeros años del siglo 20. Cayó preso el 23 de octubre de 1904 en la cordillera, a manos de la policía fronteriza, y fue el polémico comisario Eduardo Humphreys quien apareció por Rawson llevando al bandolero.

Eran los mismos tiempos en que el perito Francisco Pascasio Moreno trabajaba para fijar en forma definitiva la línea fronteriza con Chile; en que el futuro presidente norteamericano Teodoro Roosevelt paseaba por Bariloche y en que Juan Domingo Perón dejaba la Patagonia para ir a Buenos Aires a recibir educación por primera vez, al cuidado de su abuela paterna.

El presidente Julio A. Roca supo del matrero y firmó un decreto para ayudar a capturarlo, mientras que los gobernadores Julio Lezana, del Chubut, y Gregorio Aguirreberry, de Santa Cruz, se inquietaban con las apariciones casi fantasmales de Brunel.

Cabe recordar que Lezana fue el primer mandatario sureño que se atrevió a recorrer la zona andina a caballo en 1903. Estuvo incluso en Ñorquincó y llegó hasta el lago Nahuel Huapi, donde paseo en el vapor “Cóndor”, recién botado por Primo Capraro después de traerlo casi a pulso desde Chile por el paso Peulla. Fue este mismo funcionario quien en Cholila bailó una zamba con Etta Place, la compañera de Butch Cassidy y Sundance Kid, miembros de la renombrada Wild Bunch (banda salvaje) que asaltó trenes, bancos y comercios en EEUU. 


Hombre “difícil”

Cuenta la historia que Brunel montaba en pelo y despreciaba las monturas. Era famoso porque saltaba de un caballo a otro y los enseñaba a correr en paralelo. Una de sus características es que actuaba independientemente, como un “lobo solitario''. Otra anécdota destaca cuando, a toda carrera, se robó una joven tehuelche en plena ceremonia religiosa para perderse un tiempo entre las montañas.

“Pero era un hombre difícil. Si es cierto que solo comía lenguas de yegua, ese sería el secreto de su agilidad. Fueron memorables dos de sus huidas de la cárcel: una en Río Gallegos, de donde se escapó en el caballo del propio comisario. Había entrado al poblado en busca de tabaco, pero fue reconocido y lo detuvieron. Permaneció varios días engrillado hasta que tuvo su oportunidad y no la desperdició”, refleja Francisco Juárez en su libro “Historias de la Patagonia”.


Otra de sus hazañas tuvo por escenario a la ciudad de Trelew: “lo habían detenido y se encontraba encerrado con esposas en un cuarto del segundo piso del cuartel, cuando llegó el comandante y dejó el caballo –como solía hacerlo siempre– con las riendas sobre la montura, cerca de una ventana. Quiso la casualidad que estuviera precisamente debajo de Brunel, quien sin vacilar aprovechó la oportunidad para saltar sobre el lomo del animal y alejarse a toda carrera. Las esposas se encontraron más tarde en un lugar cerca del río Chubut”.

Con todo, hubo un episodio de Punta Arenas, donde cometió su primer asesinato por celos, que lo obligó a galopar seis horas seguidas para cruzar hacia la Argentina y marcó su destino de fugitivo permanente. En un raído expediente del archivo policial, el mismo Asensio Brunel reconoce que su drama es haber quedado sujeto a los caprichos de los gendarmes de uno y otro lado de la frontera, que “lo premiaban cuando robaba en territorio vecino, pero que lo apaleaban si fracasaba”.

A la localidad del extremo sur chileno había arribado en 1888, “mezclándose con la turba de marineros, balleneros, loberos, nutrieros y buscadores de oro que iban a malgastar  su dinero en los antros de diversión. Se metió en líos a causa de una mujer y lo encarcelaron. Logró huir robando un par de caballos para cruzar al territorio argentino, en una travesía de más de 200 kilómetros, donde encontró refugio entre los tehuelches de los valles andinos”.


Al año siguiente, lo involucraron en un robo de 50 caballos, que junto a un grupo de nativos, arriaron hacia Chile. Tiempo después, confesó a un criador inglés que “fueron los policías -chilenos y argentinos-, quienes lo empujaron a robar y contrabandear la tropilla”.
Sus andanzas abarcan toda la Patagonia austral y pronto se convirtió en mito. Vestía ropas de cuero de puma, “encendía fuego sacando chispas en las piedras de pedernal con el lomo de su cuchillo, sabía usar las boleadoras y montaba en pelo, llevando siempre dos caballos a la par, para saltar de uno al otro sin detenerse cuando iba escapando. En los valles más escondidos de los Andes tenía sus reservas, donde dejaba pastando las caballadas”.

Finalmente, fue perseguido hasta la cordillera chubutense: el 28 de octubre de 1904, el diario La Prensa reflejó que “en la Colonia 16 de Octubre (actual Trevelin) fue capturado el cuatrero Asensio Brunel, con el concurso de las policías de Ñorquinco, Cholila y Nahuel Huapi” (actual Bariloche). Desde allí, fue escoltado hasta Rawson a caballo en un viaje de 15 días para comparecer ante un juez.

Dicen los relatos de época que pasó algunos años en una cárcel en Buenos Aires de máxima seguridad, donde lo visitaban algunos amigos que lo preveían con dinero. Cuando quedó en libertad se fue al Chaco, donde habría comprado una estancia y se dedicó a vivir en paz. Desde entonces, se pierde todo rastro de Asensio Brunel…, aunque quedó dentro de las leyendas más singulares de la Patagonia.


Casi muerto

El mítico cazador Long Jack, en Tierra del Fuego, relata un hecho ocurrido durante un invierno cerca del cabo de Última Esperanza: “Una madrugada llegó entre las sombras un grupo de jinetes. Traían un herido escarchado y en trance agónico. Todo comenzó en una estancia tras encontrar una vaquillona recién carneada y seguir las huellas entre la nieve. De pronto, vieron en la noche a un grupo de personas junto a un fogón. Una voz, desde el fuego, gritó ‘no tiren’, pero se escuchó un disparo. La respuesta obvia fue una verdadera lluvia de balazos hasta que un silencio sepulcral dominó otra vez la escena”.
Con las luces del alba, “los perseguidores hallaron una sola huella que se arrastraba ensangrentada hasta un arroyo cercano. Allí encontraron escarchado y moribundo a Asensio Brunel. Creyeron que estaba muerto cuando lo entregaron en la comisaría de Tres Pasos”. A los pocos días, cuenta Long Jack que lo vio resucitar: “Comía solo carne casi cruda”, relató en sus memorias.
Asensio Brunel se curó de las heridas y logró volver a caminar, pero ya no sería el mismo: una bala alojada en su cadera lo dejó rengo para siempre. (Por Fernando Bonansea).

Una bodega y una cooperativa para desarrollar la ruta de los vinos chubutenses

 

Definitivamente, el valle cordillerano de El Hoyo es “la cuna de los vinos chubutenses” a partir de los viñedos y la bodega fundada por Bernardo Weinert entre 1999 y 2000, con su sueño de transformar esta zona de la Patagonia en “una nueva California”, mientras plantaba las primeras cepas de merlot, pinot noir, chardonnay, gewürztraminer y riesling.

20 años después, el tiempo parece darle la razón ya que los vinos “más australes del mundo” han obtenido premios nacionales y han ganado su espacio de prestigio en las cavas de los restaurantes más distinguidos de Buenos Aires.

Con todo, hay que destacar que “el verdadero padre de la criatura” es el enólogo Darío González Mandonado, quien es el director técnico de la mayoría de los emprendimientos vitivinícolas de la zona andina y la meseta y actualmente encabeza el proyecto de viñedos traspatio, desarrollado con vecinos de la Comarca Andina y de otras localidades para fomentar la actividad.

En tanto, desde el ámbito privado también hubo inversiones y para este verano se espera contar en El Hoyo con tres bodegas abiertas al turismo para mostrar todo el potencial de la región.

En correspondencia, unos 60 micro emprendedores se han ido sumando a la propuesta y ya comienzan a mostrar los resultados. Ulises Neculman es uno de ellos: “Arrancamos en octubre de 2018, entusiasmados por la pasión que siempre le pone Darío González y que hoy está dando sus frutos. En marzo de este año tuvimos la primera vendimia, con 120 kilos de uva chardonnay, que nos permitió elaborar las primeras botellas de nuestro propio vino”, graficó entre los brotes de primavera de su pequeña viña.


Agregó que “la uva tuvo muy buena predisposición al suelo y se adaptó perfectamente al lugar. Los cultivos vitivinícolas en la zona nos abren grandes expectativas, lo ideal es comenzar la experiencia con unas 200 plantas, que se pueden manejar en el ámbito familiar aunque llevan mucho trabajo cultural”, advirtió.

En coincidencia, detalló “la compra reciente y en conjunto de otras 10 mil plantas para 15 productores que se incorporaron en esta etapa, con emprendimientos en Gualjaina, El Bolsón, Lago Puelo, Las Golondrinas, El Hoyo y Epuyén. Las variedades que predominan son chardonnay, pinot noir, pinot gris, sauvignon blanc y merlot”.


Neculman tiene una chacra de una hectárea frente al casco urbano de El Hoyo, donde además hace capones de cerdo que engorda con alimento balanceado que él mismo elabora. También cuenta con invernáculos para verduras, fabrica jugos de sus propios frutales y ofrece un par de cabañas a los turistas. “Vemos el parral como una alternativa más para diversificar nuestra economía y completar un circuito productivo que en principio no tiene un fin comercial, aunque permite que la familia se auto sustente durante buena parte del año”, señaló.

Soberanía alimentaria

A su lado, Aluminé Honik (una de las terapeutas más reconocidas del país, además de dirigente de Gestur), recordó que “desde hace 25 años me dedico a la producción orgánica. Sin embargo, hace poco pasé por Cafayate (Salta), donde en un suelo seco y rocoso observé un viñedo alucinante. Desde entonces, como vivo en un lugar alto y que tiene un mirador hermoso con una gran roca, me dediqué a armar mi propio emprendimiento. Acabo de instalar el riego y vengo con toda la emoción de ver las plantas creciendo”.

Enseguida resaltó que “está buenísimo que hoy seamos 60 productores dedicados a la viña, apostando a la soberanía alimentaria y dándonos cuenta que en los tiempos actuales el valor del dinero es efímero. Lo importante es poder garantizar nuestra alimentación y poder cultivar con nuestros hijos, con toda la magia que conlleva”.


Cooperativa

A su turno, Elisa Bernadas adelantó la conformación “de una cooperativa de emprendedores vitivinícolas y ante el desafío de contar con una bodega comunitaria, conjuntamente con el municipio de Lago Puelo, donde los productores tendríamos la administración”.

“Su lugar de emplazamiento será en el paraje Las Golondrinas, en un terreno asignado por el gobierno provincial (anexo al edificio de Defensa Civil), sobre la ruta nacional 40, y estará diseñada para recibir a los viajeros como un atractivo singular para el turismo”, puntualizó.

“También queremos hacer allí cursos de capacitación y armar un vivero con cepas propias, apostando a la formación de los estudiantes de las escuelas técnicas de Cerro Radal y de El Hoyo”, remarcó.

Filosofía

Con 60 productores, “pasamos a ser la región del Chubut con mayor superficie cultivada con uvas, incluso por encima de Sarmiento”, aseveró el ingeniero Darío González. No obstante, recalcó que “lo más significativo es la filosofía que manejamos para promover estos minifundios, apuntando a la auto sustentabilidad, la diversificación y a incorporar valor agregado a las chacras”.


Acerca de la fundación de la bodega comunitaria, detalló que la premisa “es hacer todo más justo, donde los pequeños productores tengan la oportunidad de nuclearse y puedan elaborar sus vinos pagando un canon mínimo para cubrir los gastos”.

Amplió con que “contará con un sector social amplio para captar al turista y ya estamos trabajando para incorporarnos en el producto ‘Ruta 40’, además de las rutas del etnoturismo y gastronómicas”. (Por Fernando Bonansea).

El Hoyo prepara sus mejores galas, a la espera de poder abrir la temporada turística

 

¿Hay algo más romántico y poético que vivir en la esquina de Los Nogales y Boysenberry? Desde la Cuesta de Ponce –sobre la ruta nacional 40-, el pueblito de El Hoyo aparece en el fondo del valle, rodeado por los macizos imponentes de los cerros Pirque y Piltriquitrón, con su particular arquitectura andina, sus plazas, la iglesia y el encanto de veredas con árboles en flor que a esta altura del año solo pueden disfrutar los lugareños, toda vez que la pandemia impide la llegada de los visitantes.

No obstante, la localidad del oeste chubutense prepara sus mejores galas a la espera de poder abrir la temporada turística estival, al menos para habilitar la llegada del público patagónico: los dueños de las cabañas, campings y hosterías cortan el pasto, limpian las cercas y pintan sus carteles; aquellos dedicados a las cabalgatas diseñan nuevos recorridos y el municipio arregla los caminos para llegar a los principales atractivos paisajísticos, incluyendo Puerto Patriada, El Desemboque, la catarata Corbata Blanca y la laguna de Los Buenos Pastos. También hay parques temáticos, como el laberinto natural “Patagonia” (el más grande de Sudamérica) y “Arcosauria”, con todos los animales de la Era del Hielo.

A escasos kilómetros de El Bolsón, el Parque Nacional Lago Puelo, Epuyén, Cholila y El Maitén, El Hoyo es el “corazón de la Comarca Andina del Paralelo 42°” y el punto ideal para alojarse y programar desde aquí las vacaciones. El lugar está equipado con todos los servicios indispensables para una estadía cómoda y hace gala de una gastronomía basada en la cultura de los colonos criollos, donde no faltan los buenos corderos y chivitos al asador o los chacinados de calidad insuperable; además de una repostería heredada de las abuelas ucranianas, polacas y galesas.

Apenas la familia se instala, la primera tentación es salir a caminar por los largos callejones bordeados por álamos añosos, que rinden homenaje a los colonos que dieron origen a la población a principios del siglo XX: Paladino, Benavente, Trafián, Azócar, Larenas y Los Inmigrantes, donde el tiempo parece retroceder y van apareciendo las chacras con sus arboledas, las vacas pastando y los campesinos sembrando las papas.


El Hoyo extiende su fama mundial de ser la “Capital nacional de la fruta fina”, con la aparición de las primeras cerezas a mediados de diciembre. Casi en simultáneo llegan las frutillas y a lo largo del verano se suman las frambuesas, grosellas, arándanos, corintos, cassis y guindas, más las silvestres rosa mosqueta, sauco y maqui que se utilizan para la elaboración de dulces y licores.

En los últimos años, se agrega que también es “la cuna de los vinos chubutenses”, a partir del viñedo y la bodega fundada por Bernardo Weinert a mediados de los ’80 y que para los próximos meses promete la inauguración de otras dos bodegas para recibir al turismo.


Ferias

Hay que sumar a la ruta de las cervecerías artesanales, ya un sello distintivo de la región, más los establecimientos dedicados a fabricar envasados, que junto a las  artesanías “demuestran y fortalecen la identidad productiva, cultural y social de la localidad. Tenemos mucho para mostrar en este pueblo”, se enorgullecen los hoyenses. Precisamente, en la feria Tierra de Encuentro, pegada a la estación de servicios, se exponen a la venta variados productos de elaboración artesanal, desde los reconocidos dulces caseros, quesos y finos licores hasta escabeches, artesanías en cuero, madera, cerámica y tejidos (sábados, domingos y feriados de 10 a 13).


De igual manera, un grupo de 12 mujeres conforman “Hebras nativas”, una muestra permanente en la entrada a El Hoyo que incluye piezas artesanales únicas con altísimo valor agregado, como fibras naturales hiladas de llamas, guanacos y ovejas; tejidos a telar, dos agujas, crochet con fibras naturales y teñidas artesanalmente (ponchos, guantes, gorros, mantas, bufandas, escarpines, chalecos, caminitos, fajas, etcétera). “Toda la indumentaria es de diseño y estilo, con marcada identidad y transmisión de culturas ancestrales”, ponderan. (Por Fernando Bonansea).

El Club Andino Lago Puelo trabaja en la puesta en valor del cerro Currumahuida

 “Vive tu vida como si subieras una montaña. De vez en cuando mira hacia tu alrededor y admira las cosas bellas en el camino. Sube despacio, firme y disfruta cada momento hasta llegar a la cumbre”. La frase de Harold V. Melchert es uno de los lemas de los chicos y adolescentes de la escuela de montaña del Club Andino Lago Puelo, quienes hicieron el relevamiento del sendero hasta la cumbre del cerro Currumahuida “con la premisa de poder mejorarlo con demarcación y apertura, ya que con las nevadas han caído árboles y la huella va cambiando”, explicó el presidente Walter Mitanovich.


Agregó que “también vamos a definir el espacio donde queremos levantar el futuro refugio de nuestra institución”. De igual modo, coincidió con que “los días soleados de la primavera, son muchos los vecinos que quieren salir a conectarse nuevamente con la naturaleza y es importante que encuentren los caminos en condiciones”.

Acerca de la sede que ocupan en las estribaciones de la montaña, vecinos al complejo deportivo de la localidad, el dirigente recordó que “se trata de un edificio que es propiedad de la comuna, con comodatos que se vienen renovando desde hace tres gestiones de gobierno y ahora esperamos que el Concejo Deliberante extienda el convenio por otros cuatro años”.

En coincidencia, pidió que los ediles “tengan en cuenta el trabajo que venimos desarrollando para la comunidad, en forma ad honorem y con el solo objetivo de fomentar las actividades de montaña y la educación de nuestros jóvenes”.

Sobre la realidad del club, su presidente recordó que “estamos superando los 200 socios activos, con unos 30 niños y otros 40 adolescentes que están en la escuela de montaña. De las salidas, también participan unas cien personas adultas de distintas edades, además de aquellos que van a los muros libres de escalada”.


“Desde su fundación, hace ocho años, esta institución no para de crecer e incorporar gente a sus actividades”, valoró. Entre otras, días atrás, los chicos del club andino participaron de la reforestación de 4 mil plantines de cipreses y otras especies nativas (junto al Parque Nacional Lago Puelo y la Escuela Agrotécnica 717), destinadas a recuperar el área de “El mirador de las lechuzas”, afectada por un incendio forestal.

Espacios

A su lado, el director de Deportes, Matías Ghersi, dijo estar convencido “de que el Estado debe articular siempre con las asociaciones intermedias, ya que son el nexo más cercano con la sociedad y son las instituciones las que están poniendo el cuerpo a los desafíos para mejorar la calidad de vida de los vecinos, que deben tener espacios de participación y recreación”.

Recalcó que “los clubes son pilares fundamentales de los barrios y el Club Andino Lago Puelo es una entidad que articula con varias áreas de la sociedad”. A modo de ejemplo, indicó que “con su tarea de mejorar los senderos de montaña, aporta al desarrollo del trekking y las pruebas pedestres especializadas (incluso con escenarios para competencias de nivel internacional); además de poner en valor los recursos turísticos de nuestra región. El cerro Currumahuida es un espacio con un enorme potencial y un punto de encuentro de la naturaleza, tanto para los lugareños como para los visitantes”, aseveró.


Red de refugios

El Motoco y la Roca del Tiempo son los dos refugios dentro del territorio chubutense que integran la red de senderos de montaña más extensa de Sudamérica, junto a otros 13 emplazados dentro del Área Natural Protegida Río Azul Lago Escondido (al oeste de El Bolsón), con un circuito turístico visitado anualmente por más de 40 mil excursionistas del mundo entero.

En coincidencia, el Club Andino Lago Puelo “desde hace años viene con la idea de desarrollar un proyecto sobre la senda que conduce hasta la laguna Grande, cerca de la cumbre del cerro Currumahuida; con la construcción de un refugio que preste servicio al turismo, al tiempo que sea un lugar de contención y educación para conservar un ambiente natural privilegiado, fundamental para el futuro de nuestra comunidad”, graficó Mitanovich.


Enseguida coincidió con la propuesta lanzada por el director de Turismo de Cholila, Darío Calfunao, - además del Club Andino Trevelin-, para crear una senda desde el límite con Río Negro, siguiendo por el Parque Nacional Lago Puelo, el valle del río Turbio, pasando por el cerro Tres Picos y poniendo en valor todo el potencial disponible hasta el Parque Nacional Los Alerces.

“Estamos en la planificación de los refugios y resguardos del nuevo corredor, con campamentos ya establecidos, donde es posible realizar una infraestructura acorde a los servicios que requieren los excursionistas. El escenario natural que tenemos es impresionante, con los cerros más altos e importantes de la provincia del Chubut (Dos Picos 2.515 m y Tres Picos 2.498 m) y no podemos llevar visitantes por falta de refugios. Evidentemente, tenemos que fortalecer la oferta para recibir a los turistas, a los deportistas del trekking y a los andinistas del mundo entero, deseosos de disfrutar de esta maravilla”, detalló Calfunao en su momento.


Al respecto, el titular del Club Andino Lago Puelo reflejó ayer que “seguimos muy entusiasmados con dicho proyecto, presentado al Ministerio de Turismo del Chubut, ya que es uno de los destinos de excelencia elegido por montañistas argentinos y extranjeros”. (Por Fernando Bonansea).